Queridos amigos míos, es para mí un
deleite que disfrutéis tanto con mis infortunios amorosos, por lo menos sirven para algo. Para los que se incorporen ahora al blog, aquí y aquí están mis otras dos surrealistas citas que tan buen recibimiento han tenido en esta nuestra comunidad (sois un poco malvados vosotros,eh...).
He de señalar que mi ciudad natal alberga muchachos
maravillosos y con muchas cualidades, interesantes inquietudes y bondadosos
corazones y sin embargo, para mi retorcido radar han debido pasar inadvertidos.
Aunque siendo honesta debo reconocer que yo también tengo parte de culpa. Sufro
del Síndrome de Pocahontas...
Total que me aburría en Pamplona y me fui a vivir a Miami un tiempillo (lo habitual, vaya). Previo a mi marcha contacté a través de un grupo de Facebook rollo “españoles en Miami” con un zagalico de Pamplona que llevaba viviendo allí un tiempo (antes de empezar a contar lo que me aconteció con el susodicho quisiera aclarar que no se trata de mi atómico amigo Josemi, el cual más bien sufría a mi lado este tipo de situaciones).
Bueno, que empiezo a entablar una
relación conversacional por mensajes con el gaznápiro este y, amablemente, me
va explicando todo tipo de generalidades sobre la ciudad, las típicas
cuestiones que se examinan ante un traslado inminente: barrios, precios,
trabajo...etc. Se convirtió en un apoyo
psicológico para mí en esa nueva ciudad, y a los pocos días de llegar, decidí
que era una buena idea quedar con él para conocernos en persona. Está claro que
antes de tomar esta determinación había examinado profusamente su perfil de Facebook
y todo parecía normal en él (parecía...), y como además era bastante mono, pues
mira.
A todo esto, yo vivía en un hostal súper molón y muy hipster, con
música indie sonando de fondo y gente muy cool paseando por los pasillos.
Tenían una terraza con bar donde preparaban cocktails riquísimos, un lugar
mágico lleno de palmeras y con una piscina muy yanqui de estas rodeadas de
hamacas con estampado a rayas. Así que me pareció una idea genial quedar en ese
lugar porque básicamente era el único sitio que conocía y, a una mala, siempre
podía huir a mi habitación.
Quedamos a las 5 de la tarde de un
viernes, si mal no recuerdo (lo digo porque en Miami no diferenciaba entre día
de labor o de descanso, sencillamente era un nuevo día de gozo y asueto). Mi
idea era por ejemplo, ir a la playa o a la piscina, tomar una cerveza o un
helado, alguna cosa de ese tipo que implicase solete y diversión.
El caso es que le veo llegar y no
doy crédito. Me viene el muy cebollino con gafas de sol de cani, un polo de estos
de algodón grueso, pantalones vaqueros largos y zapatos. Ni rastro de bañador, ni de chanclas, ni toalla ni nada parecido. Pues vaya.
“¡Hola! Oh, llevas contigo la
toalla y el bikini... bueno, a mi es que no me gusta tomar el sol. No soporto
la playa y menos aún la arena, no la piso nunca”. Su tono de piel de color
Iniesta cobró entonces sentido. Sonreí y le llevé desde el recibidor hacia la terracita.
Me pedí un zumo y él un güisqui. Mal empezamos.
La cuestión es que nos ponemos a
charlar sobre la ciudad, sobre mi llegada, el día a día, truquillos y consejos...
pero también tocamos tema cine, música, política y, a pesar de que veo que está
sudando como un lechuguino todo el rato, lo cual provoca cierto rechazo interno en mi (santo dios podrías haber elegido
ropa más transpirable muchacho vives en Miami!!!!!), me va cayendo bien porque
es un tío con el que se puede hablar de muchas cosas.
Total que el chico se viene
arriba y, mientras comentamos que nos mola el hip-hop, afirma con muy poca
vergüenza y cierta altanería que él hace sus pinitos como rapper y que es
bastante bueno. “Ahá, qué bien”, y casi sin dejarme terminar la frase se embala en una canción de su propia
cosecha, en inglés y bastante obscena que me deja tal que así.
Os podéis imaginar que el bar estaba lleno de gente normal en bañador y tal,
tomando algo fresquito y, claro, se giraron todos para mirar al tío raro
sudoroso ese que va vestido como si estuviéramos en Alaska y que se ha puesto a
rapear sabe Dios por qué razón. Pero él como quien oye llover.
A partir de ese momento me puse
un poco nerviosa, así como con ganas de que se pirara de una puta vez de mi
terraza y asumiendo que ya no iba a hacer ningún amigo en el hostal porque mi
reputación se había visto irreparablemente dañada con lo que acababa de
ocurrir.
Cambié de tema para evitar que le
diera por solazarme de nuevo con una de sus ocurrentes canciones y comenzamos a
hablar de la riqueza en EEUU, de cómo hay determinadas familias, artistas y políticos
que detentan un gran poder e influencia sobre los ciudadanos. Comenzamos a
conversar civilizadamente del tema y volví a relajarme y pensé que un lapsus lo
tiene cualquiera. (Bardiconsejo: si la persona con la que estás ya ha dado
muestras una vez de estar un tanto perturbada, lo volverá a hacer, así que no
seas tan lerdo como para relajarte y más bien huye por la derecha).
Y sin darme cuenta, en una
primera cita, el tío raro sudoroso rapper con el que he quedado me habla de su
gran pasión por el estudio de los Illuminati.
Sí, efectivamente. Y a ver, que a mi me resulta un tema interesante y confesaré
que alguna vez he buscado información al respecto pero, no podéis imaginaros
con qué pasión me hablaba sobre ello. Estaba realmente afectado, se sentía
engañado, manipulado, torturado por esta secta y me lo dejaba saber mientras
agitaba su cabeza con rabia y apuraba el vaso de güisqui.
En ese momento me pide que haga
el favor de ir a buscar a mi habitación el portátil porque me quiere enseñar
cierta información que no me dejará indiferente. Admito que me intrigó, me
gusta leer sobre todas estas cosas de conspiraciones y sociedades secretas las tardes
de los domingos, así que accedí a su petición y subí a la habitación. Lástima
no haberme quedado en ella. En fin. Bajé de nuevo y él, nervioso, se apoderó de
mi laptop y con ansiosa mirada abrió el buscador web y accedió a Youtube. Aaaaadiós.
Cuando la peña se embala y empieza a poner vídeos uno detrás de otro me pongo
mala.
Pues ale, el morroestufa reprodujo
sin prisa y sin pausa durante toda la tarde vídeos sobre los Illuminati y su manipulación,
vídeos que analizaban fotograma a fotograma clips de Rihanna, de Jay-Z, y un
largo etcétera, en los que supuestamente queda evidenciado a través de mensajes
subliminales que pertenecen al legado de la Bavieros estos, en plan “si te
fijas bien en la posición de la pierna respecto al suelo y la pared y lo giras
30 grados y parapadeas dos veces mientras dices Verónica Verónica Verónica verás
cómo se forma un triángulo perfecto que es el símbolo de los Iluminados”. Ahá.
Si lo llego a saber en lugar del bikini me pongo mi ropa de ir a buscar el
Santo Grial.
No se ni que decir, solo que espero que encuentres pronto a alguien que te relaje, jaja, otro Bardiconsejo...
ResponderEliminar