jueves, 23 de abril de 2015

Cita con el pazguato Nº3


Queridos amigos míos, es para mí un deleite que disfrutéis tanto con mis infortunios amorosos, por lo menos sirven para algo. Para los que se incorporen ahora al blog, aquí y aquí están mis otras dos surrealistas citas que tan buen recibimiento han tenido en esta nuestra comunidad (sois un poco malvados vosotros,eh...).
He de señalar que mi ciudad natal alberga muchachos maravillosos y con muchas cualidades, interesantes inquietudes y bondadosos corazones y sin embargo, para mi retorcido radar han debido pasar inadvertidos. Aunque siendo honesta debo reconocer que yo también tengo parte de culpa. Sufro del Síndrome de Pocahontas...

Total que me aburría en Pamplona y me fui a vivir a Miami un tiempillo (lo habitual, vaya). Previo a mi marcha contacté a través de un grupo de Facebook rollo “españoles en Miami” con un zagalico de Pamplona que llevaba viviendo allí un tiempo (antes de empezar a contar lo que me aconteció con el susodicho quisiera aclarar que no se trata de mi atómico amigo Josemi, el cual más bien sufría a mi lado este tipo de situaciones).

Bueno, que empiezo a entablar una relación conversacional por mensajes con el gaznápiro este y, amablemente, me va explicando todo tipo de generalidades sobre la ciudad, las típicas cuestiones que se examinan ante un traslado inminente: barrios, precios, trabajo...etc. Se convirtió en un apoyo psicológico para mí en esa nueva ciudad, y a los pocos días de llegar, decidí que era una buena idea quedar con él para conocernos en persona. Está claro que antes de tomar esta determinación había examinado profusamente su perfil de Facebook y todo parecía normal en él (parecía...), y como además era bastante mono, pues mira.

A todo esto, yo vivía en un hostal súper molón y muy hipster, con música indie sonando de fondo y gente muy cool paseando por los pasillos. Tenían una terraza con bar donde preparaban cocktails riquísimos, un lugar mágico lleno de palmeras y con una piscina muy yanqui de estas rodeadas de hamacas con estampado a rayas. Así que me pareció una idea genial quedar en ese lugar porque básicamente era el único sitio que conocía y, a una mala, siempre podía huir a mi habitación.

Quedamos a las 5 de la tarde de un viernes, si mal no recuerdo (lo digo porque en Miami no diferenciaba entre día de labor o de descanso, sencillamente era un nuevo día de gozo y asueto). Mi idea era por ejemplo, ir a la playa o a la piscina, tomar una cerveza o un helado, alguna cosa de ese tipo que implicase solete y diversión.

El caso es que le veo llegar y no doy crédito. Me viene el muy cebollino con gafas de sol de cani, un polo de estos de algodón grueso, pantalones vaqueros largos y zapatos. Ni rastro de bañador, ni de chanclas, ni toalla ni nada parecido. Pues vaya.
“¡Hola! Oh, llevas contigo la toalla y el bikini... bueno, a mi es que no me gusta tomar el sol. No soporto la playa y menos aún la arena, no la piso nunca”. Su tono de piel de color Iniesta cobró entonces sentido. Sonreí y le llevé desde el recibidor hacia la terracita. Me pedí un zumo y él un güisqui. Mal empezamos.

La cuestión es que nos ponemos a charlar sobre la ciudad, sobre mi llegada, el día a día, truquillos y consejos... pero también tocamos tema cine, música, política y, a pesar de que veo que está sudando como un lechuguino todo el rato, lo cual provoca cierto rechazo interno en mi (santo dios podrías haber elegido ropa más transpirable muchacho vives en Miami!!!!!), me va cayendo bien porque es un tío con el que se puede hablar de muchas cosas.

Total que el chico se viene arriba y, mientras comentamos que nos mola el hip-hop, afirma con muy poca vergüenza y cierta altanería que él hace sus pinitos como rapper y que es bastante bueno. “Ahá, qué bien”, y casi sin dejarme terminar la frase se embala en una canción de su propia cosecha, en inglés y bastante obscena que me deja tal que así. Os podéis imaginar que el bar estaba lleno de gente normal en bañador y tal, tomando algo fresquito y, claro, se giraron todos para mirar al tío raro sudoroso ese que va vestido como si estuviéramos en Alaska y que se ha puesto a rapear sabe Dios por qué razón. Pero él como quien oye llover.

A partir de ese momento me puse un poco nerviosa, así como con ganas de que se pirara de una puta vez de mi terraza y asumiendo que ya no iba a hacer ningún amigo en el hostal porque mi reputación se había visto irreparablemente dañada con lo que acababa de ocurrir.
Cambié de tema para evitar que le diera por solazarme de nuevo con una de sus ocurrentes canciones y comenzamos a hablar de la riqueza en EEUU, de cómo hay determinadas familias, artistas y políticos que detentan un gran poder e influencia sobre los ciudadanos. Comenzamos a conversar civilizadamente del tema y volví a relajarme y pensé que un lapsus lo tiene cualquiera. (Bardiconsejo: si la persona con la que estás ya ha dado muestras una vez de estar un tanto perturbada, lo volverá a hacer, así que no seas tan lerdo como para relajarte y más bien huye por la derecha).

Y sin darme cuenta, en una primera cita, el tío raro sudoroso rapper con el que he quedado me habla de su gran pasión por el estudio de los Illuminati. Sí, efectivamente. Y a ver, que a mi me resulta un tema interesante y confesaré que alguna vez he buscado información al respecto pero, no podéis imaginaros con qué pasión me hablaba sobre ello. Estaba realmente afectado, se sentía engañado, manipulado, torturado por esta secta y me lo dejaba saber mientras agitaba su cabeza con rabia y apuraba el vaso de güisqui.

En ese momento me pide que haga el favor de ir a buscar a mi habitación el portátil porque me quiere enseñar cierta información que no me dejará indiferente. Admito que me intrigó, me gusta leer sobre todas estas cosas de conspiraciones y sociedades secretas las tardes de los domingos, así que accedí a su petición y subí a la habitación. Lástima no haberme quedado en ella. En fin. Bajé de nuevo y él, nervioso, se apoderó de mi laptop y con ansiosa mirada abrió el buscador web y accedió a Youtube. Aaaaadiós. Cuando la peña se embala y empieza a poner vídeos uno detrás de otro me pongo mala.
Pues ale, el morroestufa reprodujo sin prisa y sin pausa durante toda la tarde vídeos sobre los Illuminati y su manipulación, vídeos que analizaban fotograma a fotograma clips de Rihanna, de Jay-Z, y un largo etcétera, en los que supuestamente queda evidenciado a través de mensajes subliminales que pertenecen al legado de la Bavieros estos, en plan “si te fijas bien en la posición de la pierna respecto al suelo y la pared y lo giras 30 grados y parapadeas dos veces mientras dices Verónica Verónica Verónica verás cómo se forma un triángulo perfecto que es el símbolo de los Iluminados”. Ahá. Si lo llego a saber en lugar del bikini me pongo mi ropa de ir a buscar el Santo Grial.

Finalmente, cambié zumo por cerveza y dejé que se desquitara y se quedase a gusto haciéndome partícipe de su descubrimiento. Al despedirnos, podía ver en su cara que se marchaba con la sensación de haber partido la pana en la cita. Sí, bueno... No le volví a ver jamás. Probablemente lo habrá secuestrado el Gobierno estadounidense o estará en un hospital ingresado por deshidratación.

1 comentario:

  1. No se ni que decir, solo que espero que encuentres pronto a alguien que te relaje, jaja, otro Bardiconsejo...

    ResponderEliminar

Yeah baby! Comenta lo que quieras!