viernes, 12 de junio de 2015

El experimento de la verdad (y de la mentira)


Si recordáis en la anterior entrada os hablaba de uno de los intríngulis del artisteo que más repelusilla me provoca: la hipocresía, lo que viene siendo el besar y querer y dorar la píldora porque sí. La mala costumbre de usar los apelativos “amor”, “cariño”, “cielo”, “rey” y un largo etcétera desde el minuto uno y con todo el mundo sin distinciones, como si es el colega de un colega que te acaban de presentar. Los abrazos, los besos, los picos... (de esto ya hablé pero es que sigue trastornándome un poco). 
Y sobre todo, el mentir como si no hubiera un mañana con una única finalidad de doble vertiente: o hacerte quedar bien a ti, o querer agradar a tu interlocutor. De una u otra forma, alguno de los egos sale fuertemente reforzado.

Bueno, me propuse hacer un experimento: no mentir NADA DE NADA a lo largo de 5 días y analizar qué diablos ocurría a mi alrededor. Vamos a ver...