viernes, 8 de mayo de 2015

Síndrome de Pocahontas



Tengo toda la intención de que este post cierre la serie de las citas y los pazguatos en general. Bueno, por lo menos por ahora, porque tengo experiencias con filimincias y caraflemas para dar y regalar, así que...

Llegó el momento en el que agacho la cabeza y no me queda más remedio que admitir que la culpa de que en mi vida me tope con tanto cansalma es mía, mía y solo mía. Y en la anterior entrada os adelantaba el por qué: sufro del síndrome de Pocahontas.

Dilucido el significado a continuación (echadle un poco de imaginación por favor, que es metáfora).

He quedado en un rato con  los animalillos del bosque y estoy en mi Teepee poniéndome remona con mi vestidito de piel de búfalo y mi collar handmade de nácar y pintándome los morros con fósforo rojo waterproof (que el río es muy traicionero). Ayer estuve con la Abuela Sauce y me dio una serie de consejos acerca de la vida en general y los machotes en particular que resultan ser diametralmente opuestos a los que me concede mi regio padre el Jefe Powhatan, y tengo la cabeza hecha un lío. Y he de decir que aunque la abuelica está un poco senil, su asesoramiento atesta mi salvaje corazón de esperanza y alborozo.

Total, que me dirijo a mi canoa y me monto en ella con mis inseparables Meeko y Flit que siempre están discutiendo debido a las distintas perspectivas que detentan sobre la vida, Meeko me anima a transgredir y dejarme llevar, mientras que Flit intenta contrarrestar el hedonismo extremo con altas dosis de sensatez. Lo típico vaya, pero me divierten.
Tomo el remo con determinación y empujo con fuerza el agua.“Lalalalal tralalalrarara lalaal... Río abajo lo veréeeee, me asomaréeeeee... Río abajo lo veréeeeee, lo encontraréeeeeeee!” y... Ups. Llego a un punto en el que el río se divide. ¿Qué veo allá a lo lejos en cada una de las bifurcaciones?

Por un lado está Kocoum, un macizorro del poblado del cual ya tengo referencias porque tenemos algún conocido en común, de esos chicos que están bien pero tampoco veo yo que haga nada del otro mundo con su vida, habrá quedado con los amigos para jugar a la Caza Station 5 o al Maya Hold'em Poker...
Trabajo serio de cazador/leñador/pescador con horario fijo extendido de lunes a viernes, del que su madre se siente muy orgullosa y con el cual él está conforme y satisfecho; gana un considerable número de monedas de oro que le permite llevar un nivel de vida acomodado a pesar de no disponer de tiempo que dedicar a sus hobbies (¿qué era eso?). Ve la vida pasar mientras fantasea con que lleguen los fines de semana y las vacaciones para gandulear un poco y gastar su riqueza en botellas de Balché y Saká y suculentos manjares que apura con sus colegas en el Teepee de alguno de ellos, todos luciendo distintas variantes del mismo modelo de taparrabos, mientras hablan de las largas piernas y enormes virtudes de las recolectoras.
Se siente demasiado cómodo como para preguntarse si ése es el tipo de vida que quiere llevar realmente así que ni se lo plantea, y si lo hace, se agota solo de pensar en el esfuerzo que debe invertir y se amilana al ver tambalear todo lo que ha construido hasta ahora. Uffffffff mejor no. Mejor trabajar duro, generar riqueza, tener mujer y descendencia, y aspirar a ser el siguiente jefe de la tribu.
Ahí el río está en calma, sosegado, ofrece comodidad, refleja el sol del atardecer y veo perfectamente hacia donde me va a llevar. Sota, caballo, rey, sin ánimo de ofender.

Pero, ¿qué se atisba al otro lado? ¿Quién es ese melenas? No le conozco pero parece que está bastante bueno o, por lo menos, tiene un aspecto endiabladamente atrayente. Esos ropajes que viste no son muy comunes, menudas botazas lleva, se ven desgastadas... lo que ha debido recorrer el muchacho. Qué porte. ¿Qué hará con su vida? Porque no tiene pinta de quedarse quietecito en ningún sitio...
Lleva consigo lo que parece un taco de papel encuadernado, ¿qué escribirá ahí? Canciones, aventuras, ideas, dibujos...o igual está en blanco. Me da igual, ha captado mi interés, ningún chico del poblado sabe siquiera utilizar la pluma .
Cuelga de su hombro una bolsa en la que se entreve un libro, una flauta, un par de manzanas y un ajado reloj de bolsillo... mmmmm... sospechoso... le analizo de arriba a abajo pero no, su mirada se percibe demasiado distraída como para que todo sea postureo, él está a lo suyo.
No sé qué diablos es, pero me tiene loquita. Desconozco si tendrá trabajo, o incluso si sus ingresos son estables, sin embargo, no es algo que parezca importarle porque por lo visto son suficientes, se le ve feliz, un chico especial aunque con toda la pinta de tener una seria pedrada en la cabeza. Desprende energía y vive el momento.
Y está claro que no es de por aquí. Le gustará viajar o, quizás no se sentía a gusto, completo o satisfecho en el lugar de donde procede. Sabe sacarse las castañas del fuego claramente.
Menuda espalda madre mía, seguro que quiere acompañarme alguna vez al río si le dejo una tabla de roble.
No le conozco de nada. Y espérate a que mi padre me vea con él... ¡me cruza la cara!
El río que le acompaña es rápido, potente, sinuoso, con alguna que otra piedra y de caudal imprevisible.

Y como la cabra tira pa’l monte...

¿Cómo te llamabas? ¿John qué más?

Háblame de ese Nuevo Mundo del que vienes...


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