Sin más preámbulos, que la vida es corta, os enumero a continuación 3 cosicas que suceden cuando se cambia de vida y que son totalmente ciertas,
bien lo sabe Dios .
1.
Los transportes públicos
huelen raro.
Quiero decir, más raro de lo habitual. Por todos es conocido que en los
autobuses, metros y demás, trasciende una fragancia peculiar, sobre todo en
horas alboreas. Es lo que yo comúnmente denomino olor a “agustaco”.
¿Tenéis hermanos o hermanas? Bueno igual no, pero amigos sí tendréis,
espero. ¿Habéis entrado alguna vez en su habitación para despertarles?
¿Reconocéis ese perfume, ese miasma, esa tufarada que desprende la habitación
nada más abrir la puerta? ¿Esa sensación de “¡qué a gusto ha dormido hoy el muy
bribón, diablos!”? Esencia de camiseta de estar por casa que ya viene tocando
lavar, aroma de cubre almohada, de respaldo de sofá, del interior del gorrito
de lana de invierno…a gusto, calorcito, refrote, pelo guarrillo…
Me captáis, ¿verdad? Los bostezos coadyuvan de forma notable a generar este
olor que os vengo comentando.
Pues bien, imaginadlo multiplicado por 10. Eso, queridos amigos, es el olor
a “pergañeta”. Pergañetaaaaaa. Pergañeta. Y a eso huele el metro de Madrid a
las 8 de la mañana. Y si arrimáis la ñata a las barras de apoyo, ni os cuento. Una
maravilla.
2.
Se genera un estrecho
vínculo con el GPS del móvil
Madrid tendrá aproximadamente un tamaño 9 veces mayor que el de Pamplona
(totalmente random esto), y de forma indiscutible preciso del GPS para lograr
llegar a mi destino. Es así. Uso Google Maps prácticamente cada vez que salgo
de casa, lo ajusto en modo Navegación
y lo uso como guía mientras voy
caminando.
Bardiconsejo: no olvidéis poneros los auriculares. Jamás. ¿Por qué?
Voy por la calle tranquilamente con el teléfono móvil en la mano y Google
Maps activado. He visto que tengo por delante 500 metros en línea recta antes
de cambiar de dirección a la derecha. Guay. Empiezo a moverme con más
seguridad, sintiendo cada paso, disfruto del sonido de los ruidos de la ciudad.
Llevo el pelo suelto recién lavado, el maquillaje impecable y unos taconazos
que crean una extraña inercia que provoca que camine contoneando levemente las caderas.
Oteo en la lejanía unos muchachos que tienen muy buena pinta y veo cómo se van
aproximando hacia mí. Pantalones vaqueros perfectamente encajados, chaquetas y
jerséis de punto gordo con dibujitos geométricos y de cervatillos, labios
carnosos, Wayfarers, aspecto desenfadado, sonrisas seductoras… Vamos a
cruzarnos en cuestión de 20 segundos. Me hago la interesante, retiro mi pelo
hacia atrás aportando volumen a la melena, miro hacia un lado fingiendo que he
visto algo sumamente cautivador en un escaparate… 10 segundos… giro la cabeza y
dirijo mi mirada al horizonte cual fashion egoblogger… 5 segundos…humedezco los
labios… 3 segundos…
morritos… 1 segundo y… “¡¡¡ A 100 METROS GIRA A LA DERECHAAAAAAAAAAAAAA!!!”.
Fuck.
3.
Te atocinas o te afinas
Gracias a Dios (efectivamente soy una politeísta confesa), a mí esta vez no me ha dado por engordar... porque vamos, cuando volví de Alemania
mi rostro reflejaba exultante lozanía y acumulé reservas como para hibernar un
par de meses.
Y es que no hay opción, o engordas o adelgazas (por lo menos al principio).
Tan cierto como que los pelirrojos resultan inquietantes.
Realizamos la compra de forma un tanto particular. Adquirimos artículos que
no compraríamos habitualmente y desconozco el por qué de este extraño
comportamiento. Nos sentimos atraídos por patatas fritas con sabor a pollo, sopa
miso en sobre, cereales de colores, Cherry Coke…hacemos compras
desequilibradas, no controlamos las cantidades ni las caducidades… Cambiar
gimnasio por cervezas tampoco ayuda.
O si no, todo lo contrario. Ya que empezamos vida nueva, ¡vamos a
cuidarnos! Y nos proponemos hacer una súper vida sana súper guay con batidos de
verduras y frutas, todo a la plancha, arroz integral, bayas de Goji, leche de
almendras...#healthy #fitness #newlife #motherfuckers #yomisma
Ojo con esto que deriva de forma inexorable en una preocupación sistemática de las madres, que sienten la necesidad de preguntarte cada día "¿Ya comes bien?", "¡Oiiiiiiiiiiiiiiiiii, te veo más delgadica eh!", y demás variantes.
Ojo con esto que deriva de forma inexorable en una preocupación sistemática de las madres, que sienten la necesidad de preguntarte cada día "¿Ya comes bien?", "¡Oiiiiiiiiiiiiiiiiii, te veo más delgadica eh!", y demás variantes.
Luego existe una tercera opción, triste pero cierta: ser un muerto de
hambre. El limitado presupuesto te empuja a, o bien adquirir productos más
baratos pero peores y poco saludables, o directamente a adquirir los mínimos
productos posibles y sobrevivir con unas pocas latas de atún.
Pues eso. O te atocinas, o te afinas.
___________________________________
Pues eso. O te atocinas, o te afinas.
___________________________________
Y seguro que hay muchas más pero se me cansan los dedos. No obstante dejo
el debate abierto para que aportéis las que os surjan. (Venga tontorrones contribuid,
que no os de vergüencita dejar un comentario).
La mejor entrada del blog hasta la fecha!!! Muchos ánimos y saludos!!
ResponderEliminarYo siempre me atocino jaja
ResponderEliminarSanto cielo, ya lo creo que resultan inquietantes!!Gracias por la solidaridad...:D
ResponderEliminarjajajajaj cuanta razón María
ResponderEliminar