Comunícalo: en casa, en el trabajo y a los amigos. Si no lo haces, luego te podrían entrar tentaciones de retractarte. Sin embargo si ya lo has ido notificando, apechas y sigues adelante.
Mi experiencia...
EN CASA: si tienes buena
relación con tus progenitores, como viene siendo mi caso (toquemos madera),
sería raro que no lo hayas ido comentado antes. Yo lo soltaba poquito a
poco, solapadamente, tratando de no levantar sospechas. Aunque admito que la
frase: “Padres, algún día lo dejaré todo por ser actriz”, que iba arrojando las
veces que volvía a casa hastiada de esto u lo otro, pudo darles ciertos
indicios.
Pero vaya, a nada que te conozcan un poco y hayas pasado el tiempo
suficiente con ellos a lo largo de tu vida, lo ven venir… Te encanta el olor a
napalm por la mañana, amenazas con esconder cabezas de caballo en camas ajenas,
no quieres ir a trabajar porque te duele la quijotera, tu peluche favorito se
llama Señor Lobo...
Si te quieren lo
entenderán. Yo he tenido la pantagruélica suerte de que mis padres además de
entenderme me apoyan al 100%. Creen en mí ciegamente, como yo en el poder del
anti-ojeras.
Y esto mismo es aplicable a cualquier miembro de la familia con el que tengas análogo nivel de proximidad: tu hermano, tu tío Antonio, la
abuelica…
Respecto al resto de tu
familia, bueno, se lo cuentas y ya está. ¿A estas alturas tampoco te quitará el sueño lo que
vayan a pensar, no?
EN EL TRABAJO: Fuck. Ésta sí que es jodida.
Sinceramente, no te van a entender.
Parece ser que hoy en día, todos somos
conscientes de la importancia de que existan médicos, abogados, arquitectos,
contables… Pero, ¿Artistas? ¿De qué? Al fin y al cabo el mundo sería el mismo
si no hubiese existido gente como Federico García Lorca, Francisco de Goya, Luis
Buñuel, Michael Jackson, Clint Eastwood, Edgar Allan Poe, Aretha Franklin… ¿no? (para las mentes
más flemáticas, este fragmento va con ironía).
Desde luego yo, viendo
el percal, decidí omitir parte de la realidad. Comuniqué que me marchaba alegando mi traslado a Madrid y la existencia de otras ofertas laborales más
interesantes (todo cierto) pero obviando la parte del artisteo. Bah, total…
Pero al final, en
función de la confianza que tengamos con unos compañeros u otros, lo vamos
contando y se termina enterando toooooooooodo quisqui de forma inevitable. Así
que si tuviese que volver a hacerlo, lo desembucharía todo de golpe y sin
tontunas.
Habrá reacciones
diversas: compañeros que te felicitarán de forma sincera, otros que no
comprenderán para nada lo que haces y se asegurarán de que lo constates, otros
en los que despiertes un sentimiento de “joder, la vida es corta, ¿soy
realmente feliz con lo que hago?” y les dejes la cabeza trabucada y te odien
por ello…pero vamos, que te da igual. Porque los compañeros que son amigos
tuyos te apoyan, y los que no… ¡Babiecas y pazguatos!
Respecto a los jefes…bueno,
se genera la existencia de un sentimiento mutuo de pena por la otra persona.
Él/ella probablemente considerará que eres un insensato que va a acabar siendo
un muerto de hambre, y a ti nunca dejará de sorprenderte que realmente piense
que a eso que tiene se le puede llamar vida. Cada uno a lo suyo entonces.
LOS AMIGOS: fácil y sencillo con unos marianitos de por
medio. Tus amigos son tus amigos. Les entrará la risa cuando se lo cuentes y
les hará gracia poder decir que tienen una amiga que es actriz. Por lo demás…
¡GUAY! ¡Qué peso te quitas de encima!
¿Y ahora... qué?
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