miércoles, 26 de noviembre de 2014

¿Soy lesbiana?


Bueno, como habréis podido imaginar a no ser que seáis pelín destalentados, el día fue muy bien. Excelvilloso me atrevería a decir.

Volvía a casa en el autobús de las seis de la tarde pensando “¡WTF! ¿De verdad he venido a hacer entrevistas para ser actriz? No para auditora, ni abogada, ni asesora, ni cosas supuestamente importantes como esas…no, no, ACTRIZ. Joder.”

Llamada de rigor a mis bien amados padres para contarles que todo ha salido bien, mientras una niña mexicana de unos 100 kg se me queda dormida en el hombro con la boca abierta y riesgo inminente de que comience a verterse un río de baba sobre mi chaqueta de Framboise. Aparto su cara de mí con la poca sensibilidad que me caracteriza y dirijo a su madre una dura mirada de desaprobación. Sigo con mi conversación. “Mamá, Aita, me gustan las dos. Me apunto a las dos”. ¡Ahí, a lo loco!

Tonos de alegría en las voces que escucho al otro lado del teléfono. Adoro a los Aitas. Justo lo que necesito para confirmar que sí, que esto es de verdad, que sigue adelante. OJO, que no quiere decir que no lo hubiese hecho sin su apoyo, pero es indudable que reconforta, como sentarte junto a una estufilla o echar la siesta con Chester, para que me entendáis. Ana y Bea me han estado llamando toda la tarde, y se lo cuento también. Demonios qué ilusión me hace.

El viaje de vuelta se me hace cortísimo. Voy escuchando música, estoy en una nube. Me acuerdo del momento en el que les conté a mis amigas que me iba.

Estábamos en una cervecería y llevábamos ya un par de horas juntas, hablando un poco de esto y de lo otro: qué vamos a pedir de comer, qué bueno está el monitor del Aquabox, qué más vamos a pedir de comer, qué asco de políticos tenemos en este país, y oye, ya que estamos cenaremos algo ¿no?... Y esas cosillas.
Una de las presentes (Bea), tenía conocimiento de mis malandrines propósitos, pero las demás no se lo imaginaban ni de lejos. “Chicas, os tengo que contar algo importante. Osea, realmente lo es. Es un cambio de vida, y os va a chocar un poco, aunque yo creo que se veía venir…y bueno, estoy segura de que vais a entenderme y apoyarme al 100%”. Expectación. Bea con una sonrisa de oreja a oreja que se le va a desencajar la mandíbula, en plan “que viene que viene…” Y en ese momento, de manera inopinada, suelta Elena con gran convencimiento: “Eres lesbiana”. Tal cual.

Jajajajajajajajaja. Eso de haberme ido una semana a la playa con mi amiga Nai le dejó mosca por lo visto…eso, junto con cierta conducta en mi pasado que podría haber dado lugar a malentendidos he de admitir… ¡Más no! No soy lesbiana. Pero fue curioso.

Resumiendo, ya he contado a familia y amigos que me voy, en mi trabajo lo he comunicado también y cuento los días que me quedan para marcharme, y afortunadamente ya tengo las escuelas elegidas y mis plazas reservadas y pagadas. Pagadas. Pagar… eso es, pagar.
¿Qué diablos voy a hacer para pagar mi nuevo proyecto de vida? ¿Cómo rayos me financio? Esta es la parte más fea del asunto sí.

Pero vamos a ver, este tema es secundario. Que sí, que ya sé que de algo hay que vivir y que hoy en día todo es carísimo (¡dios santo los precios del los tampax y los preservativos siendo bienes de primera necesidad!). Sin embargo, a no ser que seas un inútil irremediable sin otro talento que beber cerveza y dominar el arte del postureo, de algo vives. La necesidad te hace buscarte la vida y si de verdad quieres, puedes. ¡Y si no que se lo digan a Casillas y su lustrosa cabellera!

No obstante y sin demora tenía que ponerme a buscar un trabajo compatible con las clases.
Y encontrar un lugar donde vivir también.


Y esto último….

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