lunes, 17 de noviembre de 2014

Quiero dejar mi trabajo, pero no puedo…


¡Meeeeeeeeeeeeec! ¡Error! Poder, puedes. Otra cosa es que sea difícil. Porque lo es. Hemos dedicado varios años de nuestra vida a estudiar, formarnos, para conseguir un trabajo socialmente aceptado y valorado, y nos acojona cortar con todo ello, obviamente. 
Dejando de lado las circunstancias personales de cada uno, ya que no lo tiene igual de fácil alguien como yo (sin personas a mi cargo) que alguien que tenga hijos, hipoteca…etc, lo que voy a hacer es contaros mi experiencia personal. Y os podrá servir u os podrá parecer una deyección, pero yo os la cuento igualmente.

No se decide ser actriz de un día para otro. Es un proceso. En mi caso, era más bien una necesidad. Quien me conoce bien sabe que el teatro y el cine siempre han sido mis pasiones y son mis temas de conversación más recurrentes. Si de noche algún chico me hace tilín, siempre recurro a lo mismo: “¿Cuál es tu peli preferida? ¿Qué director de cine te mola más? ¡No me jodas que no has visto Machete!” Es una forma de sentirme cómoda en la conversación, y de paso, ver de qué palo va el muchacho.
Bueno, la cuestión es que te vas haciendo mayor, y consecuentemente, te vas planteando ciertas cosas: independizarte, echarte novio, comprarte coche… y claro, este tipo de decisiones conllevan tener muy claro qué es lo que quieres y dónde vas a estar. Yo ya me había independizado, y lo hice con mucha ilusión, porque había entrado a trabajar en una multinacional con un puesto bastante chulo. De verdad pensaba que iba a quedarme en mi adorada Pamplona.

Pero la vida te da sorpresas y, pese a que el trabajo era muy dinámico y me ofrecía la posibilidad de viajar mucho (India, China, Suecia…), no cuajó. No era el trabajo en sí, era más bien la empresa. Se trata de una Organización grande en la que todo está institucionalizado y burocratizado al máximo. Mi sensación fue que todos éramos títeres, los jefes también, pero estos además se podían permitir el lujo de ser unos prepotentes que espetan las órdenes con cara de condescendencia. Una Administración Pública en la que muy poca gente va más allá de lo rigurosamente necesario y donde las culpas se echan siempre al de al lado. Una Dictadura disfrazada de Gran Compañía moderna y abierta, en la que te prohíben fijar en el ordenador un fondo de pantalla de Rage Against the Machine porque “María, puede parecer que lo que quieres es provocar y da lugar a malentendidos y dobles interpretaciones, ¿entiendes? Pon un fondo de pantalla de los que vienen por defecto, unas florecillas por ejemplo, antes de que la gente empiece a hablar. Me lo agradecerás”. Hipocresía. Pero vamos, que fue mi sensación personal.

Así que ganas de dejarlo no me faltaban. Solo necesitaba un empujoncito. Me lo dio un estupendo e intenso mes de vacaciones en el que volví a recordar lo maravillosa que es la vida. Sentada en la playa, sola, se me llegó a olvidar el nombre de la empresa en la que trabajaba… ¡Qué demonios! ¡Se me olvidó hasta que trabajaba para ellos!, y solamente visualizaba todo aquello que deseaba hacer, todos mis proyectos, todas mis ambiciones…. A cada uno le llega en un determinado momento y de un modo distinto. Yo abrí los ojos en aquel instante. Y el miedo se esfumó de repente.

Y creedme que, si tomáis la decisión con gran convencimiento y sin titubeos, no hay argumento posible que pueda tirar por tierra la determinación a la que habéis llegado. Para mí la clave fueron dos cosas: tener claro qué es lo que quería hacer y tener el apoyo incondicional de mi familia y amigos. 
Y el paso ya estaba dado, ahora lo que tocaba era empezar a organizarse…





2 comentarios:

  1. Hola hermosa, ya desde que te conocí en Miami me pareciste muy valiente y una tía "echá p'alante". Te deseo lo mejor del mundo! Aquí tienes una fan :)
    Besos!

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  2. Muchas gracias guapa!! De verdad :-)

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